Excitar a una mujer I.

Está claro que los hombres y las mujeres tenemos puntos erógenos. Lugares más expuestos a la sensibilidad sensorial y corporal donde nuestros instintos más íntimos se manifiestan a través de una excitación mayúscula. En general son compartidos, pero existen ciertas particularidades, no según sexo propio, sino sexo opuesto.

Mujeres excitadas.
Mujeres excitadas.

Hablemos de las mujeres en primer lugar. Lo haré de manera escueta. Bajo mi experiencia, la de estos años intentado generar en vosotras ese grado de locura momentánea donde os abandonáis a la única ley del deseo y donde la entrega al placer con el otro-conmigo- es más evidente.

Sí, tengo que repartir como si esto fuera un despiece o un mapa geográfico.Es la mejor manera de iniciar este recorrido por el cuerpo femenino de una manera más gráfica.

Comencemos. La zona próxima a la oreja, por encima de la nuca, en el estribaciones del cuello, surgen los primero brotes de excitación.Esta es una zona que no suele fallar y por donde se puede empezar. Evidentemente los pezones y sus inmediaciones, aunque no me quiero detener en lo evidente. Hay mujeres que les excita más que le toquen los pechos  y otras que reciben más placer en el culo. Detengámonos en uno de mis lugares favoritos: los muslos.Los muslos en su parte interna, en esa proximidad entre ambas piernas y cuando los hombres nos apresuramos a separarlos con firmeza pero dulzura, con virilidad pero con delicadeza, cuando los recorremos poco a poco, aquello se puede convertir en un vergel de placer. El otro día leía: «La fiesta de la insignificancia» de mi admirado Milan Kundera que calificaba a los muslos como el camino más largo hacia el deseo, y que en ellos reside la magia y la virtud de las mujeres en ese juego de la erótica, el deseo y la excitación,y yo apunto que las tres definiciones se confunden en una y se transforma en un mismo cuerpo que lo forman dos personas. La cadera marca un antes y un después entre los dos hemisferio y el ecuador del cuerpo femenino entre laa parte trasera, normalmente menos reconocida que la parte delantera pero que forma parte de una todo, y la parte norte con sus montañas y la sur con sus valles. La cadera, bien sujeta con ambas manos, marcando los límites al este y el oeste de vuestro cuerpo es un punto erógeno fantástico. En él, se une la parte física con la mental, donde os excita desde la presión sobre vuestras nobles partes, así como la situación de posesión que ejercemos. Las caderas llevan a los glúteos, a la parte baja de la espalda donde esa pequeña vaguada antes de encontrar la leve elevación de la nalga implora una seguimiento detenido con las yemas de nuestros dedos.

Nuestros dedos recorren vuestra espina dorsal desde el pelo hasta el culo. Recomiendo siempre jugar con el pelo de la mujer, arrugarlo, retirarlo, estirarlo, despeinarlo y volverlo a estirar con cierta fuerza al tiempo que con la otra mano se deshace el recorrido norte-sur hacia el culo. Una vez allí el juego tiende a concentrarse en el epicentro.

No olvidemos vuestra boca. Las mujeres sois más besar que los hombres, encontráis una mayor placer en el beso que los hombres. Por regla general, que nadie se me ofenda. Y por tanto, la continuidad de los juegos eróticos, la exploración de vuestro cuerpo con nuestros dedos, y las continuas presiones en ese recorrido, si son  acompañados con besos leves, apasionados, carnívoros, ilimitados, desafiantes, efímeros, intensos y únicos, el deseo en vosotras aumentará.

Se nota por los besos la excitación en las personas. Por supuesto que se puede fingir, pero es menos común porque el beso tiene más que ver con la pasión  irrefutable de los sentimientos, más que con la pasión más primitiva de la cópula.

Excitar a una mujer no es difícil, lo complicado es lograr que esa mujer quiera ser excitada, y además, por ti.

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