El sexo y su frecuencia en la pareja.

Seguimos con la sucesión de buscar las zonas erógenas femeninas. Si hemos decidido, que las mujeres sois el principal punto erógeno para el universo masculino. 

Ayer, en mitad de una conversación sobre el sexo y la periodicidad, varias amigas compartieron que valoraban que sus parejas hayan pasado a una estadio más pasivo en cuanto al sexo. En ambos casos, resumían ellas, sus parejas-hombres- se habían acostumbrado a mantener un promedio de un relación sexual a la semana. Por otro lado, otra amiga que también formaba parte de la conversación, se horrorizó al establecer ese insignificante promedio, que según ella, formaba parte de un adiós acentuado del ocaso de la pareja.

¿Es cierto que existen parejas que se solidifican a través del sexo pese a ser parejas de largo recorrido? ¿y es cierto que por el contrario, hay parejas que se distancian como unión en el mismo instante en que su sexo se marchita? Está clara la respuesta.

En aquella mesa camilla improvisada, donde yo ocupaba las veces de moderador a la vez de espectador, comprendí la insignificancia del sexo para mis amigas, y que eso, no les apartaba del pensamiento de pareja, es más, una de ellas hablaba de que estaba pensando en quedarse embarazada. ¿Y qué tendrá que ver una cosa con lo otro? Entonces comprendí el otro «deseo» el que poco tiene que ver con la motivación sexual, el que se centra en las ganas de avanzar hacia otro lugar, otro estadio, otra situación vital, algo así como un avance dentro de un mismo camino.

Y por la otra banda, por la de la incorregible y siempre insatisfecha-no por no recibir lo que alguien pudiera considerar un exceso, sino por considerar que el placer siempre es efímero, y que la continuidad en él, puede significar el propio sentido de la vida. Pues bien, mi querida amiga X, defendió la idea buscar en nuestras parejas, su origen en el sexo, porque todo nace de esa atracción, de esa seducción, de ese momento en que sentimos el movimiento de rotación y traslación terrestre, de ese instante que vivimos en un constante traveling y donde no somos capaces, ni queremos, bajarnos de nuestras emociones. Ella, seguía defendiendo que sus amigas, también las mías, se equivocaban completamente al aplaudir el descenso en el deseo sexual por parte de sus parejas, y que debían de estar preparadas, ya que en cualquier momento ese descenso de motivación traería otras consecuencias más notables.

Hay mujeres que pueden vivir sin sexo, también hay hombres  que en estos casos viven más esa situación no por convicción sino por ausencia de oportunidades, pero no hay persona que valore, desee, y disfrute con el sexo que una vez iniciado, lo interrumpa: Y no hablo de edades.

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