Diario de un cabrón. Viajes de placer

Próxima parada: Sexo

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2:26 am. En la cama, tapado y mirando hacia el techo, donde la tenue luz de la lámpara refleja una sombra inmóvil que parece mirarme desde la oscuridad madrileña. El día ha sido raro. Ella está aquí, tumbada y dormida, como si nada hubiera pasado.

Por la mañana salimos desde Barcelona en coche. El temporal de viento nos impidió coger un avión y el AVE colgó, tirando de símil futbolístico, el cartel de no hay billetes. Pagamos la lentitud con cinco largas horas de coche que se hicieron cortas gracias a dos paradas en sendas áreas de servicio. Las ganas de follar de Laura son insaciables. Cuando ella quiere, se hace. A la altura de Lleida cayó el primer polvo en un baño asqueroso que apenas tenía en pie un retrete cuya cadena no funcionaba. Sexo sucio en todos los sentidos. Me dio mucho asco al principio, pero Laura folla como ninguna. Su lengua es rápida, eficaz y peligrosa. Empieza besándote la boca y acaba susurrándote al oído cosas que a uno, ya sea en un retrete mal oliente o en un campo de rosas, le suenan a gloria.

Lo peor fue al llegar a la altura de Medinaceli. Apenas pedimos un sándwich de jamón y queso para comer y ella ya tenía su pierna en mis partes. Laura tiene una habilidad curiosa: usa sus pies con igual destreza que sus manos. Me empalmé. El sándwich me estaba sabiendo a oro molido. Sus pulgares me acariciaban el capullo mientras, con sus ojos, me miraba al mismo tiempo que se mordía el labio. Me puse de tal manera que quise coger su mano y llevármela al baño, pero mi erección era tal que me vería media estación de servicio. Por tanto, Laura me dijo: «Quiero que te corras aquí». Mientras sus pies seguían acariciando mi entrepierna, me cogió de la corbata, puso sobre ella una servilleta enrrollada en forma de cono y me devolvió a mi sitio: «Ponte eso ahí abajo». Con perplejidad pero con rapidez capté su idea al instante. Quería que usara aquella servilleta a modo de «semi condón» para correrme dentro. Cuando estaba cerca de hacerlo ella se agachó bajo la mesa, se acercó a mis piernas, me agarró con la mano el pene, lo besó y provocó que en menos de 5 minutos mis espermatozoides chocaran en su camino hacia la luz con aquel trozo de papel que, Laura, como nunca antes había visto, me quitó de encima sin derramar una sola gota.

Ese episodio le valió una cena hace unas horas y dormir en mi cama esta noche. Pocas chicas encontraré tan insaciables y originales como Laura. Tendré que cuidarla un poco más. Y aquí sigue, a mi lado, durmiendo plácidamente y con una cara angelical que esconde una auténtica dama del sexo. Son las 2:36 am. Hasta la próxima semana.

2 comentarios sobre “Diario de un cabrón. Viajes de placer

  1. A partir de ahora, cuando oiga a alguien hablar sobre un ‘viaje de placer’ ya no será nunca lo mismo para mí.
    Me gustan más tus viajes de placer que los que ofrecen las agencias de viaje, la verdad. 😀

    1. A veces hay que dudar en la definición , su decir placer en viaje o viajes con placer.
      Anoche me dijeron la frase de no llevar una vida de lujos sino un vida de lujo. Buscar en cada momento la opción de que este sea destacado por nosotros

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